Claro, es Dios y lo perdonamos, me dijo Talía cuando hablábamos del concierto que Andrés Calamaro ofreció en el Auditorio Metropolitano de la Universidad de Guadalajara.
Ya había pensado un poco en ello, cuando lo vi salir con una bufanda y unos lentes color café. Además, se le veía sexi y barrigón, como dice una canción del disco La lengua popular. Pero es Calamaro, el campeón no se quiere romper las manos porque tiene que cantar.
Tampoco es que hubiera algo malo con el concierto, al contrario, cantó las canciones que yo necesitaba, pero eso es otra historia. El concierto duró alrededor de una hora y media, nadie le abrió y al final, como que el público no estaba muy convencido de pedir "otra otra otra". Cosa que yo interpreté como respeto del público tapatío, pero que más bien era que dejaba ir al salmón, con la corriente.
Sí, tocó la de Media verónica.
La primer parte de la tocada, Andrés se fugó. Estaba muy tranquilo, es eso, o yo estaba esperando al fucking rockstar que es. Sin embargo, la segunda parte tuvo momentos memorables, momentos de cantar desafinado. [Anécdota: Yo cantaba desgañitado mientras Milagros hacía algo parecido, cuando la chava de una fila atrás de mí, me dijo, deja de moverte, yo pagué mi boleto. Voltee a verla, una chava nice, guapa, bien vestida, sin una ojera en su rostro y con un novio de dientes blancos y sonrisa fuerte. Lo único que reaccioné a responder fue: yo también pagué el mío].
Leí en el face book de Marts, que espera ver si es cierto que Calamaro vendrá más seguido. También me gustaría verlo, pero tal vez con su disco Alta suciedad o el mítico Salmón... Andrés, regresa a ti.