de la rebel cotidianidá
La cabellerosidad es muy apreciada casi en cualquier la'o. A veces vas sentado en el mionca (El tecla ditxi... bueno un montón de banda ditxi) y ves a una ancianita que te recuerda a tu pinche abuelita, y te sale lo caballeroso. Por supuesto te levantas y le dices a la frágil anciana: Señora, tomese la molestia de sentarse en este asiento. Y te vas parado el resto de tu camino pensando que has hecho una buena acción, y que si hay un dios, ese pinche putito odioso, te está mirando y dice con su cara de pendejo drogado hasta la madre: Muy bien Vil Capote, tú sí eres mi'jo.
Luego después de que te das cuenta que esas acciones como que te refresacan el alma, como un vaso de agua fría en las partes pudendas, pues quieres seguir con ese placer (vil placer) y nomás ves a una ancianita, a una embarazada, a alguien que tú creas que necesita un asiento y allí te andas parando para que la persona en cuestión se siente. Después todo sobrepasa. Ves a un anciano, a alguien con la pierna quebrada y allí andas de pendejo caballeroso, haciéndole al mamón simpáitco y buena onda. (Ay Nietzche, si nos vieras una patada en el hocico nos darías como Rimbaud, que dice Gonzalo Rojas).
Pero qué cojones pasa, cuando se te olvida ese pedo??? O sea, que andas en la pendeja, y te vas a subir al camión, y no viste a la ancianita atrás de ti. Pues la vieja de petrimetre, sin decir palabra te avienta y sube primero, cuando una chamaca guapa (que en Guanatos hay muchas) te ve sentado y no te has parado para que sus bellas y jóvenes posaderas ocupen el espacio del cuál tu estás aferrado con el culo, pos ya te chingaste. Con la típica: Újule, aquí no hay caballeros. Para que todos te volteen a mirar con cara de: pedante tipo, que se levante, sí, no respeta a las mujeres.
Pues total, entre otras cosas, algo me ha venido pasando. Yo todos los putos días, excepto sábado y domingo, tomo el tren ligero, para ir a Radio Universidá, y en la estación más cercana a mi casa, que es Ávila camacho, a eso de las 8 de la mañana, hay un tipo de esos que no hacen nada, sino estar parados observando que la gente aborde el tren con un wokitoki y su gaffette de H. Ayuntamiento. El tipo tiene problemas con sus piernas, usa unos zapatitos extraños, un bastón y tiene cara de bonachón. La primera vez que lo vi, él iba entrando y yo de beun pedo le cedí el paso, inserté mi transvale (boletitos de descuento a estudiantes en tramsporte urbano) y me encaminaba a esperar al tren cuando (tan tarántan... música de suspenso) una vocecita marikona me grita. Ey tú, déjame ver tu credencial. Yo volteo como haciéndome el "No problem men" y le muestro mi crdencial de la facultá. El muy pendejo minusválido, me dice: no, no eres tú, el joven de la foto tiene el cabello largo y tú lo tienes corto. Como que me dio una punzada en los wevos antes su lógica, y pues noté que siempre hay una mujer policía a su lado (acá entre nos, está muy chida, que raro, siempre las muejres policías tienen cara de no haber cojido hace siglos, esta tiene más bien cara de burla y de "llévame a donde quieras") pues le explico que me corté el cabello y que sí soy yo, le empiezo a recitar mi nombre, dirección, para que las constate en mi credencial y no lo hace, me dice: vete, y hasta que tengas el cabello largo regresas. Me rio, más a fuerzas que de ganas, y la poli también se rie, todos nos reímos (pero yo no sé de qué chingados) en eso va pasando una viejecita hermosa y frágil, y el marikón del minusválido me grita nuevamente con su voz mariketas: quítate, deja que pase la señora. La viejecilla le sonrie, y me volte a ver con cara de: Mocoso pendejo.
Le muestro mi credencial de elector, y por fin me deja pasar, después de haberme gritado delante de toda la banda. Como que no se me hacía onda, la de gritarle yo, o decirle algo, como que su minusvalía y que la poli fuera mujer, se me hacía que tenía que tenerles un trato especial. Total, al siguiente día, vuelvo a entrar al tren, y el minus me vuelve a pedir mi credencial, la poli se vuelve a reír, me hace esperar como 5 minutos haciendose el pendejo y con la complicidad de la poli, otro día entro porque el wey está ocupado fastidiando a otro transeunte. Otro día, llego cuando el tren llega a la estación, trato de apresurarme para tomarlo y el minus me la hace de pedo, me dice que mi credencial, le digo que siempre la reviza , se pone necio y mira mi credencial, ya que parte el tren (sin mí abordo) me la regresa con una sonrisota. Hasta aquí pendejo! pienso. La poli se empieza a carcajear, en eso entra otro chavo usando transvale y el minus le empieza a gritar, yo no me puedo contener, y le grito: Hijo de tu puta madre, ya estás contento, ya se pasó el tren. No me miran, sólo se rien. otro día, y otro día, o sea que ya me agarraron de su puerkito, bueno, creo que se la pasan fastidiando a todo mundo.
Mi trato ha ido empeorando, ya lo trato como a cualquier pendejo. Cuando voy a subir al tren y el wey grita, digo las típicas. Huele a puto, o mira a la poli y le digo: nos hueles a mkierda, o a puerko, o a marika, o cuanta mamada. A veces como es pequeño el tipo ni lo veo, y derrepente grita, y yo me acerco como bien malote, y le digo: puta madre, creí que ya te habías muerto. O pendejadas por el estilo. Hoy me la volvió a hacer de pedo, ese ser indefenso, que no creo que camine a más de 10 metros por hora, y que no creo que haya follado nunca. La ,ujer policía cada día se me antoja para ponerla de a chivito en precipicio, pero no chido, algo sádico. Y cada vez que entro al tren como que me pongo de mal humor.
¿qué puedo hacer con ese hijo de puta?
¿No es cagante cuando algún marikoncito, apoyándose en sus pocos wevos, o en que es un pendejo, o que tiene deficiencias, en otras palabras que es menos que los demás, se aprovecha de ese punto débil y trata de fastidiar a dieztra o siniestra??
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