Sábado en la noche

Sábado en la noche

Llueve por ocasiones.

Debo empezar con el asunto de mi tesis, pero me da una flojera absoluta, también debo empezar a levantar todos los libros caídos de mi cuarto, sacar un ratito a las muertas y a las vivas bajo mi cama y despertar un poco, sólo un poco.

Hace tiempo que no me acercaba a la cajita mágica, hace ya varios meses que no escuchaba ese "ven amor, te he estado esperando, te espero siempre" dulce como el vendaval en mi sien. Pero después de andar tristeando, o más bien dicho, de andar enfadado por allí, me sedujo la provocación de la velocidad,

Así, sin más, que me acerco al cajón que guarda a la cajita, lo miro de lejos como diciendo "Qué onda, hace cuánto" para luego que él me regrese un silencio aterrador y un momento de escuchar el tiempo.

Abro el cajón como si lo hiciera nuevamente todos los días y la encuentro, me mira sonriendo, está un poco ojeroza, tantos días a la sombra la hecen ver un tanto jodida. A pesar de mi abandono me sonrie, pareciera como si su amor sumiso fuera a prueba de todo. La tomo cuidadosamente, le abro sus piernitas, la tomo delicadamente, ella no dice nada, sólo cierra sus ojitos de latón y suspira, continuo con el ritual un tanto nervioso, pues estoy dispuesto a todo. Ella no se mueve, exhala un poco de aire y me deja actuar. Pasan los minutos, mi nerviosismo se vuelve denso y ahora mi temblor es de entusiasmo, ella ha empezado a dejar escuchar quejiditos, todo vuelve a la normalidad, nos hemos contentado, mejor dicho, he vuelto.

Risas y risas, alguna lectura a otra velocidad, y más risas. ¿Qué otra cosa puedo pedir este sábado?

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