Image Hosted by ImageShack.us Bodrio Angelical: Coleccionador de

jueves, febrero 24, 2005

Coleccionador de

Hace tiempo que leí el Harruda de un tal Tahar Ben Jellou (o algo así se escribe) escritor marroquí muy chingón. Y ahora que ando con eso de hacerme la circusición me acordé de ese libro, pues hay un personaje que la juega de sádico y que colecciona prepucios, a los cuales los tiene los mantiene en saliva (en su propia saliva) jajajaja, che ruco maricón. La escena es muy sórdida, y ahora que me acuerdo creo que no son prepucios sino penes, ya ni recuerdo lo lei hace algo de tiempo.

Pues bueno, en una de mis desiciones influenciado por Alicia, decidí, la decisión de hacer la circuncisiòn.. jejeje, total, que hace tiempo me la querìa hacer, que por esas ondas de mayor higiene, y que es como medEcina preventiva, quien sabe, total que me la quería hacer, y ahora que Alicia me dice sus choros médicos, pues dije: zaz!

Bueno, pues que llego al hospitalito, con mi cara de flojera y mi actitud de cínico (o sea, que sacado de onda) y un montón de señores de la tercera edad en las bancas y los corredores, yo pensando: "No pues el cáncer de próstata ha de estar cabrón" y me imaginaba que los rucos iban a estar tímidos o que les iba a dar pena que un guachapitos (perdón, un urólogo) les anduviera tentaleando sus partes, y pues llegué muy silencioso y respetuso.

A la media hora ya todo mundo andaba platicando, los rucos bien a toda madre, plática y plática. Hubo unos ñores que se quedaron a dormir afuera del hospital y que dizque unas ratas los andaban olisqueando, y que se asustaron, que ni en el rancho habìa animales tan grandes, y que las patearon, pero que dizque los querían morder. Quien sabe si fuera cierto, igual y sí, pero son a toda madre los rucos, luego otra señora que acompañaba a su marido platicaba de sus tiempos que no había luz, y de sus hijas que ya estaban casadas (y que eran muy guapas según ella) y otro ruco, que se iba de manda (esas madres que hace la gente medio fanática por diosito, jejeje, ca'a quien) y sus andanzas de la caminada. Yo ya andaba bien contento, escuchando e intercambiando mis Vilcapoteaventuras con cuanto don y señito se acercaba a charlar. Había unos que tenían más de 6 horas esperando, y otros como ya lo escribí arriba, se habían quedado a dormir.

Hasta que llega el urólogo, y dice: Marco antonio, y yo: qué onda. Se me queda viendo de arriba para abajo y me dice: entra. Ya adentrito le explico que la circunsiciòn que la higiene, que estoy sanote y de muy buen ver (jejejeje, qué?! pos si yo me amo) y que nomás vengo por la circunsiciòn, que para prevenir enfermedades por la acumulación del esmegma en la punta de la verga. En eso me doy cuenta que hay otro médico a su lado, muy bañadito y de ceja sacada, con sus lentecitos transparentes y mirándome con desdén. El cual me dice, con una voz marikona (en realidad no era marikona la voz, pero me cayó mal, y voy a poner que era marikona) ¿Què eres judío? y se echa una risotada de aquellas las locas, y yo, pues sacado de onda, Cómo que judío, si fuera judío ya estaría circuncidado, y como me sentía muy buena onda, por los pacientes parlanchines que le digo el choro de que mi novia, que me dijo que la circuncisión, que es mejor, que igual ni que fuera la gran cosa, que nomás es un pellejito, y el imbécil todavía me dice: Ella no sabe nada, y se vuelve a reir (ahora sí con risa marikona) y se pone la mano en la boca, no pos ya sacaste boleto me digo, y que le copio su carcajada marikotas, pero la imito más fuertote, y me pongo la mano en la boca igual que el putito ese. Ya para no hacerla larga, pos nomás se me quedan viendo los dos putos guachapitos y me dicen: Tu cita (que me tutean, ches putos, y yo diciéndoles siñores doictores) es el 20 de marzo, necesito que llegues a las 6 de la mañana, te vamos a hacer la circuncisiòn a las 5 de la tarde, pero es mejor que llegues a esa hora y no más tarde (yo creía que me la iban a hacer ese mismo día). Cuando salgas dile al paciente Profundo Rosas que entre. Chale, con los médicos amantes de la glande. Cuando salí, grite: Profundo Rosas, y ándale, que sí había un señor con ese nombre y no era albur, ah ssu mecha. Algunos pacientes me dijeron: Que le valla bien, con una sonrisa franca.

Al salir le llamé a Alicia, y le conté todo, me dijo que no me debí burlar de ellos, que que tal si me dejan fea mi amada verga, y que así son los doctores, que son prepotentes porque el saber les da derecho (o eso piensan) a serlo. Y que sí, podía ser que fueran putos, no homosexuales, putos.

Quien sabe, pero que weva con eso de que el saber hace a algunas personas portarse como hijos de puta. No sólo los literatos lo hacen, también los médicos.