Mi mujer tiene un cybernovio
"Mi mujer tiene un cybernovio" me dijo Don Rigoberto sumamente conmovido en el café El Fénix, al que suelo acudir por falta de presupuesto (quién vende en estos días un café a 7 pesos). La tarde, como últimamente, era lluviosa, triste a llantos, y amenazaba con empaparnos si no nos movíamos del territorio protegido por el cielo.
--Pero cómo que un cybernovio, Don Rigo. Qué no lo respeta. -le dije sumamente enrarecido, y con ese aire de confidencia que se usa cuando un compañero está en problemas.
--Pues al principio me enojé, como toda persona que se precia de ser amada. pero luego ella me dijo no sé qué cosas, que terminó regañándome y diciéndome que era una machista pusilánime y retrógrada. No sé, a lo mejor en estos tiempos así se usa. Después de todo, el cybernovio vive en México D. F. y nunca se han visto en persona. –Me dijo en tono humilde, y un tanto retraído. Viejo pendejo!
--No pues quién sabe Don Rigo. Usté sabe cómo es su mujer, igual, yo ni conozco a su Lucrecia. Pero me parece muy extraño.
Y se quedó callado. Don Rigo, callado como pocas veces. El viento soplaba como cuando en una pelí la música lenta empieza a crecer en tono, y sabes que algo va a pasar. Don Rigo, en El Fénix es un cafetero de los que nunca faltan, de esas personas que siempre te encuentras en un lugar, y a la que poco a poco le vas tomando confianza, primero saluda, y luego ya lo tienes hablándote de política, futbol y como puedes arreglar tu vida. Es un tipo agradable, de unos 45 años, con su periódico en mano y una sonrisa amable. Él dice que es dentista, y que tiene un consultorio pequeño cerca del mentado café. Alguna vez me dijo que si me daba una vuelta por su consultorio me haría un descuento. Nunca he ido y no creo ir. Una cosa es perder el tiempo con desconocidos y otra es ya integrarlos a tu vida. Además, aunque lo aprecie, me parece algo extraño. La verdad, yo soy muy hermético, y no le ando hablando a la gente, nada más porque sí.
--Tú crees que me esté engañando? -Tembló el silencio, y algunos cafeteros empezaron a vernos y a ponernos demasiada atención.
--Quién sabe Don Rigo. Yo en cuestiones de la family no me meto.
--Además, sólo es un juego, nunca lo va a ver.
--Igual y sí Don Rigo. Hasta que no pase nada, todo chido. -Casi me siento vil al decirle eso, y lo peor, no sé por qué.
Don Rigo se paró de la mesa y se fue a la caja a pagar su cuenta. Me dijo, nos vemos don marco, y se fue. Don Marco, me trata como si tuviéramos la misma edad. No es que me incomode, pero no quiero parecerme a él en nada.
Otro día. Otro martes.
La verdad, ya me andaba por saber qué onda con el Don Rigo, a veces digo que la gente no me agrada, y hasta puedo ser sarcástico, pero no sé, Don Rigo me preocupaba. Era como si llegaras a un bar, y te acostumbras a ver una planta, y de repente la tiran, algo falta, y aunque la sustituyan con otra, de todas formas algo falta. Llegué directo a su mesa, pedí un café americano y me senté delante de él.
--Cómo está Don Rigo. Le dije esperando una respuesta. Pero él no me miraba, la mesera llegó y puso mi café en su lugar. –Bueno, Don Rigo, usté disculpe, que mamoncito viene hoy.
--No se valla don marco. Mira esta foto –primero don, y luego me tutea. Se veía de buen humor.
--sabes quién es? Es una pintura de Tiziano Vecellio es la “Venus con el amor y la música” Siempre le digo a Lucrecia que se parece a ella con mi hijo. Ella lo quiere mucho, a pesar de que es hijo de mi anterior esposa. Lo ama. Por eso le digo que esa es ella.
Pero cambiándote de tema, el otro día llegué a mi casa y vi a mi esposa desnuda, se estaba masturbando frente a la computadora y tenía prendida la cámara web. No pude decirle nada, me salí despacio, o creo que no le importó verme –sacó de su maletín, o como chingados que se llamen esas madres donde los doctores cargan sus cuadernos, una impresión y me mostró otra imagen
--Cuando regresé, mi mujer ya no estaba, tampoco algo de su ropa, creo que me ha dejado. Esa misma noche, por internet conocí a una mujer, es esta su foto, me dijo que se llama Gloria, que acaba de salir de prisión, que tiene un hijo y que se dedica a hacer estrellas de los niños. Le conté que tengo un hijo de 7 años, me dijo que me tiene confianza, que tal vez nos conozcamos. Que cuando me vea, quiere que lleve a mi hijo.
--En serio???? – Le contesté con cara de “pobre imbécil” Don Rigo no es estúpido, pero cómo decirlo de alguna forma: Cuando caes, debes caer hasta el fondo. Me levanté de la mesa y me fui. No quería darle ningún consejo.
FIN.
--Pero cómo que un cybernovio, Don Rigo. Qué no lo respeta. -le dije sumamente enrarecido, y con ese aire de confidencia que se usa cuando un compañero está en problemas.
--Pues al principio me enojé, como toda persona que se precia de ser amada. pero luego ella me dijo no sé qué cosas, que terminó regañándome y diciéndome que era una machista pusilánime y retrógrada. No sé, a lo mejor en estos tiempos así se usa. Después de todo, el cybernovio vive en México D. F. y nunca se han visto en persona. –Me dijo en tono humilde, y un tanto retraído. Viejo pendejo!
--No pues quién sabe Don Rigo. Usté sabe cómo es su mujer, igual, yo ni conozco a su Lucrecia. Pero me parece muy extraño.
Y se quedó callado. Don Rigo, callado como pocas veces. El viento soplaba como cuando en una pelí la música lenta empieza a crecer en tono, y sabes que algo va a pasar. Don Rigo, en El Fénix es un cafetero de los que nunca faltan, de esas personas que siempre te encuentras en un lugar, y a la que poco a poco le vas tomando confianza, primero saluda, y luego ya lo tienes hablándote de política, futbol y como puedes arreglar tu vida. Es un tipo agradable, de unos 45 años, con su periódico en mano y una sonrisa amable. Él dice que es dentista, y que tiene un consultorio pequeño cerca del mentado café. Alguna vez me dijo que si me daba una vuelta por su consultorio me haría un descuento. Nunca he ido y no creo ir. Una cosa es perder el tiempo con desconocidos y otra es ya integrarlos a tu vida. Además, aunque lo aprecie, me parece algo extraño. La verdad, yo soy muy hermético, y no le ando hablando a la gente, nada más porque sí.
--Tú crees que me esté engañando? -Tembló el silencio, y algunos cafeteros empezaron a vernos y a ponernos demasiada atención.
--Quién sabe Don Rigo. Yo en cuestiones de la family no me meto.
--Además, sólo es un juego, nunca lo va a ver.
--Igual y sí Don Rigo. Hasta que no pase nada, todo chido. -Casi me siento vil al decirle eso, y lo peor, no sé por qué.
Don Rigo se paró de la mesa y se fue a la caja a pagar su cuenta. Me dijo, nos vemos don marco, y se fue. Don Marco, me trata como si tuviéramos la misma edad. No es que me incomode, pero no quiero parecerme a él en nada.
Otro día. Otro martes.
La verdad, ya me andaba por saber qué onda con el Don Rigo, a veces digo que la gente no me agrada, y hasta puedo ser sarcástico, pero no sé, Don Rigo me preocupaba. Era como si llegaras a un bar, y te acostumbras a ver una planta, y de repente la tiran, algo falta, y aunque la sustituyan con otra, de todas formas algo falta. Llegué directo a su mesa, pedí un café americano y me senté delante de él.
--Cómo está Don Rigo. Le dije esperando una respuesta. Pero él no me miraba, la mesera llegó y puso mi café en su lugar. –Bueno, Don Rigo, usté disculpe, que mamoncito viene hoy.
--No se valla don marco. Mira esta foto –primero don, y luego me tutea. Se veía de buen humor.
--sabes quién es? Es una pintura de Tiziano Vecellio es la “Venus con el amor y la música” Siempre le digo a Lucrecia que se parece a ella con mi hijo. Ella lo quiere mucho, a pesar de que es hijo de mi anterior esposa. Lo ama. Por eso le digo que esa es ella.
Pero cambiándote de tema, el otro día llegué a mi casa y vi a mi esposa desnuda, se estaba masturbando frente a la computadora y tenía prendida la cámara web. No pude decirle nada, me salí despacio, o creo que no le importó verme –sacó de su maletín, o como chingados que se llamen esas madres donde los doctores cargan sus cuadernos, una impresión y me mostró otra imagen
--Cuando regresé, mi mujer ya no estaba, tampoco algo de su ropa, creo que me ha dejado. Esa misma noche, por internet conocí a una mujer, es esta su foto, me dijo que se llama Gloria, que acaba de salir de prisión, que tiene un hijo y que se dedica a hacer estrellas de los niños. Le conté que tengo un hijo de 7 años, me dijo que me tiene confianza, que tal vez nos conozcamos. Que cuando me vea, quiere que lleve a mi hijo.
--En serio???? – Le contesté con cara de “pobre imbécil” Don Rigo no es estúpido, pero cómo decirlo de alguna forma: Cuando caes, debes caer hasta el fondo. Me levanté de la mesa y me fui. No quería darle ningún consejo.
FIN.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home