A veces la pregunta fuera de lugar: qué es más importante, la sinceridad o lo literario? es una vieja astilla que no ha salido de la carne viva. Por supuesto, que sabemos que en los 50's la controversia entre contenido y forma a quedado atrás, también que ha cada contenido una forma se le asignó, y que las formas son un juego que cambian el contenido. De igual manera, que un contenido con pobre forma, sólo sirve para que un sicoanalista se regodee y meta las manos llenas de sudor y pelambre en nuestro cerebrito, o para lanzar a diestra y siniestra frases cursis sin contenido y sin forma.

Hace unos dos años atrás, cuando salió El Salmón, de Andrés Calamaro, un amigo me dijo: "no mames, ese wey es bien cursi, es una mezcla entre Sandro de América y algo argentino" y tal vez tenga razón, pero sabiendo quien es Calamaro, eso se le perdona (ajá, como a Maradona, todo le perdonamos "siempre te vamos a quereeer") y más.

"tengo problemas, tengo problemas, problemas de rocanrrolll"

No quiero hacer un juicio de valor, y decir que "Calamaro, como muchos otros, es un artista, y hay poesía en lo que hace" tampoco demeritar a Calamaro (pues es un dios) pero sí hay algo que no se ve, pero se siente cuando canta "Aturdido y abrumado, por la duda de los celos" a pesar que no es de él, es quien mejor la canta (me contradigo, pues bien, me contradigo, hice un juicio de valor).

La tv. y su pésima programación, nos ha dejado algo de melodramáticos, algo de llanto a tierra viva, algo de cursis "Ey! ya no me llores, no me vayas a hacer llorar a aaa mí" (Hombres G), aún el romanticismo tardío, algo de los poetas malditos y nuestro modernismo, lleva esa vena caliente. Esa cámara a las espaldas y que nos hace actuar de alguna manera incoherente.

Ese antojo de trampa.

Yo, estoy.