Allí estaba ella
Ajá, sí.
Allí estaba ella, con un tipo que sí sabía bailar. Y, amigo, te lo digo de la mejor forma "ella era feliz" ajá, sí, aunque te duela. Llevaba una faldita beige y una botella de cerveza en la mano, en la cara tenía dibujada una sonrisa de lujuria y... para sorpresa mía: bailaba no tan mal.
reía todo el tiempo, y con su baile incitaba a su pareja a tocarla; me miro a lo lejos y me saludo, después continuó bailando como si no hubiera pasado nada. Sí compita, así son las cosas, y de nada te va a servir llorar o decirle a todo mundo que te vas a suicidar. Después de todo, a todos nos ha pasado alguna vez, y lo único que puedes hacer es apretarte el valor y aceptar.
Yo por mi parte, iba bien acompañado, tú sabes... uno que es cierto.
Pero la imagen de ella me hizo recordar muchas cosas, que tal vez la adolescencia logró borrar. Recuerdo que alguna vez estuve en tu mismo lugar: y carnal, lloré con ganas. Un tipo en una motocicleta y cara de pendejo llevaba un ramo de rosas y se llevaba a una de mis mujeres para nunca más volver, como dijo el Santos de Trino "que final tan poético" pero no era cierto, lo que ocurría es que yo estaba tan drogado de mí mismo que sentí que era mejor que ellos dos. Pero te digo una cosa carnal: no era cierto.
Allí estaba ella, con un tipo que sí sabía bailar. Y, amigo, te lo digo de la mejor forma "ella era feliz" ajá, sí, aunque te duela. Llevaba una faldita beige y una botella de cerveza en la mano, en la cara tenía dibujada una sonrisa de lujuria y... para sorpresa mía: bailaba no tan mal.
reía todo el tiempo, y con su baile incitaba a su pareja a tocarla; me miro a lo lejos y me saludo, después continuó bailando como si no hubiera pasado nada. Sí compita, así son las cosas, y de nada te va a servir llorar o decirle a todo mundo que te vas a suicidar. Después de todo, a todos nos ha pasado alguna vez, y lo único que puedes hacer es apretarte el valor y aceptar.
Yo por mi parte, iba bien acompañado, tú sabes... uno que es cierto.
Pero la imagen de ella me hizo recordar muchas cosas, que tal vez la adolescencia logró borrar. Recuerdo que alguna vez estuve en tu mismo lugar: y carnal, lloré con ganas. Un tipo en una motocicleta y cara de pendejo llevaba un ramo de rosas y se llevaba a una de mis mujeres para nunca más volver, como dijo el Santos de Trino "que final tan poético" pero no era cierto, lo que ocurría es que yo estaba tan drogado de mí mismo que sentí que era mejor que ellos dos. Pero te digo una cosa carnal: no era cierto.
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