Image Hosted by ImageShack.us Bodrio Angelical: Nicolas el bastardo.

martes, junio 07, 2005

Nicolas el bastardo.

Por qué tantos golpes Nicolás
por qué si no hay oponente frente a ti.

Qué puedes reclamarme Nico, nikito.
Si cuando busco el placer,
algo se me deshoja por dentro
y encuentro la maldad deliciosa,
si cuando tú estabas en búsqueda
te contentabas con masturbarte con
una paquete de salchichas mirando Heidi
por la corta estancia de pupilas de tinta.

No me nombres,
nunca digas que tuviste miedo en la orilla
que supiste de los tierras baldías
y te abocaste a ellas con toda las fuerzas
de los claveles que crecieron en tu axila,
no le digas a nadie que cuando el peligro
corre libre y en el mundo
me dijiste: no hagas nada, quédate callado
miremos al cielo. Y con una voz temblorosa
me pediste: cuídame.

No le digas a nadie que corrí lleno de risa
y de rabia, que te quedaste solo y el miedo
era importante.
No les digas que con él regaste las flores
en los ojos de los libros.
Calla Nicolás, no importa.
Tú te quedaste quieto
y yo corrí como un imbécil feliz.
No importa.

No importa Nicolás,
quién va a saber que cuando
supiste para qué era la verga
ya tenías décadas lavándote con ella
el ojo del culo,
quién va a decir:
que creías que se te salía el alma
y preferiste guardarla en el orificio
más próximo de tu cuerpo.

Tantos golpes Nicolás,
tantos como puedes.
Ahora eres otro, qué importa,
¡Viva la experiencia que no tienes!
que otro sea el sacrificio,
que nadie te escuche cuando lloras
porque arriba hay truenos y relámpagos
y su resplandor te congela,
que nadie diga nada de nada
nadie mejor que tú para saber
que cuando huele a polvo
es un laberinto de espejo
voces y ecos fragmentándose
en un ciclo que juega en tus manos
y no ves.
Que te golpea el rostro y no lo ves
que te muerde la garganta y no lo ves
que te folla y no lo ves
que te apunta al hombro izquierdo y no lo ves.

No hay nada qué explicar
cuando un hombre corre como desquiciado
y otro queda temblando hasta los wevos
mirando al cielo y pidiendo que no haya luz
más allá de su estatura.

No hay nada qué explicar
cuando me persiguieron
me golpearon
me atornillaron a un neumático
me patearon
me putearon
y yo reía como imbécil,
mientras tú pensabas:
esto no es cierto
yo estoy en mi casa
viendo a Heidi con un paquete
de salchichas en mis manos.
Y la sangre rodó
y tú creíste que era los flujos
de la pastorcita y copo de nieve.

Llora, llora nikito.
Que tus lágrimas se amarren a tu cuerpo
que sigas siendo el bastardo
que provoca la risa mórbida
la lástima lastimera.