El arte de equivocarse
Albita Martínez, es una mujer delgada, de cabello lacio y negro a la mitad de la cintura. No es bella, ni tampoco inteligente. Generalmente pasa desapercibida entre la gente. Pero Albita, tiene una desventaja más entre sus congéneres: ella siempre se equivoca.
Cuando el tipo de sus sueños la invitó a salir, y ella sentía que se le salía el corazón del pecho ¿qué hizo? invitó a Aurora, su prima menor. Por suepuesto, como es de esperarse, Aurora y el tipo de los sueños de Albita Martínez ahora tienen una familia. Dos escuincles rezongones que de vez en cuando Albita cuida los fines de semana, para que su prima pueda pasear con su flamante esposo, que entre otras cosas, es abogado (de los más prestigiosos, si las palabras "prestigiosos" y "abogado" pueden ir juntas en la misma oración) y su desarrollo económico va incrementándose día a día.
Otro claro ejemplo, es en su trabajo. Como es de esperarse, ella tiene un puesto donde hace el trabajo de todos, pero nadie sabe si quiera su nombre completo: es secretaria, y para empeorar el asunto, una muy eficiente secretaria. Todos los días por la mañana, prepara café para el jefe (un arquitecto) y para los demás compañeros. Mantiene al día el papeleo y trámites legales en cuanto a terrenos y construcciones. Ella se encara con los tipos de mecánica de suelos, que por lo general le faltan al respeto, y también se encarga de dar las mordidas a quienes H. deba dárselas. Para mejorar su desempeño en el bufette de arquitectos, aprendió a utilizar algunos softwares e inició la carrera de arquitectura, la cual tuvo que dejar, porque en la oficina el trabajo se amontonaba, y a ella nadie la iba a esperar a que aprendiera, después de todo es una empleada más, que a veces ayuda con algunos planos, pero sólo eso: ayuda. Sin embargo, a pesar de este tipo de cualidades (si así se les llama) son poco remuneradas, pues el jefe es quien da la cara, y otros subalternos, dan la cara por Albita, en las fiestas a las que Albita no asiste porque ya son muy noche.
Pero podría continuar con los ejemplos donde Albita es una desgraciada, sin embargo, el asunto de este post, es lo que le pasó ayer por la tarde. Ella regresaba a su casa después de limpiar la oficina, un tanto agotada y con esa cara de angustia de la que sus compañeros se burlan, y que en las fiestas, sirve para pasar buenos ratos imitándo qué es más agrio: un limón o Albita, bueno, me quedé en que regresaba en camión, pues no tiene automovil (bueno, sí tiene, pero lo usa su hermano) y al estar cerca de su casa pidió que la bajaran. El chofer del automotriz, le empezó a decir cosas que ella no entendía muy bien, pasaron tres cuadras, y ella se empezó a indignar, pero como es su comportamiento no dijo nada, a las séptima cuadra le dijo tímidamente al barbajan chocfer: esa es parada oficial. La respuesta no se hizo esperar: insultos, reprimendas, que por pinches cuatro pesos ella no le iba a decir cómo hacer su trabajo, que pinche vieja amargada, cosas que ya se sabía de memoria, y mientras sus ojos empezaron a brillar por las malditas lágrimas, el chofer se desesperó, fue hasta donde estaba ella, y la empujó. Todos los pasajeros se indignaron, y empezaron a gritarle al chofer. Albita se reincorporó y le dijo ¡Menso, me tumbaste! entonces el chofer le dijo, que por su culpa ya había perdido tiempo, y los pasajeros lo secundaron. Bajaron a Albita 7 cuadras más allá de su parada, y los pasajeros la vieron con un descarado cinismo que a ella le dolió como si fuera la primera vez que la insultaran.
Al llegar a casa, lloro, como sólo suelen llorar los mediocres y perdedores: amargamente y en silencio. Se trató de apretar el cuello, de hacerse daño, pero no logro nada. Su cuerpo le reclamaba el dolor. ¿Cómo ella, se permitía inlñfingirse dolor? ¿Qué no tenía suficiente con el que le causaba la vida? ¿Acaso no sabía que todos tenemos problemas, y que sus llantos, sólo son una muestra infantil de cobardía?
Y dejó de llorar.
Ahora duerme un rato, esperando que mañana alguien le haga el fabor de matarla.
Albita Martínez, te quiero decir, que yo iba en ese camión, que observé cuando te hiciero daño, que vi que casi llorabas, y que los pasajeros fueron unos imbéciles, pero, lamentablemente, tenía prisa por llegar a casa, mi mujer me espera con una cena demasiado temprana, y mis dos hijos quieren que los lleve al parque. Recuerda que el fin de semana debes cuidar a Ramoncito y a Petrita, porque nos vamos a la playa.
Descansa. +
Cuando el tipo de sus sueños la invitó a salir, y ella sentía que se le salía el corazón del pecho ¿qué hizo? invitó a Aurora, su prima menor. Por suepuesto, como es de esperarse, Aurora y el tipo de los sueños de Albita Martínez ahora tienen una familia. Dos escuincles rezongones que de vez en cuando Albita cuida los fines de semana, para que su prima pueda pasear con su flamante esposo, que entre otras cosas, es abogado (de los más prestigiosos, si las palabras "prestigiosos" y "abogado" pueden ir juntas en la misma oración) y su desarrollo económico va incrementándose día a día.
Otro claro ejemplo, es en su trabajo. Como es de esperarse, ella tiene un puesto donde hace el trabajo de todos, pero nadie sabe si quiera su nombre completo: es secretaria, y para empeorar el asunto, una muy eficiente secretaria. Todos los días por la mañana, prepara café para el jefe (un arquitecto) y para los demás compañeros. Mantiene al día el papeleo y trámites legales en cuanto a terrenos y construcciones. Ella se encara con los tipos de mecánica de suelos, que por lo general le faltan al respeto, y también se encarga de dar las mordidas a quienes H. deba dárselas. Para mejorar su desempeño en el bufette de arquitectos, aprendió a utilizar algunos softwares e inició la carrera de arquitectura, la cual tuvo que dejar, porque en la oficina el trabajo se amontonaba, y a ella nadie la iba a esperar a que aprendiera, después de todo es una empleada más, que a veces ayuda con algunos planos, pero sólo eso: ayuda. Sin embargo, a pesar de este tipo de cualidades (si así se les llama) son poco remuneradas, pues el jefe es quien da la cara, y otros subalternos, dan la cara por Albita, en las fiestas a las que Albita no asiste porque ya son muy noche.
Pero podría continuar con los ejemplos donde Albita es una desgraciada, sin embargo, el asunto de este post, es lo que le pasó ayer por la tarde. Ella regresaba a su casa después de limpiar la oficina, un tanto agotada y con esa cara de angustia de la que sus compañeros se burlan, y que en las fiestas, sirve para pasar buenos ratos imitándo qué es más agrio: un limón o Albita, bueno, me quedé en que regresaba en camión, pues no tiene automovil (bueno, sí tiene, pero lo usa su hermano) y al estar cerca de su casa pidió que la bajaran. El chofer del automotriz, le empezó a decir cosas que ella no entendía muy bien, pasaron tres cuadras, y ella se empezó a indignar, pero como es su comportamiento no dijo nada, a las séptima cuadra le dijo tímidamente al barbajan chocfer: esa es parada oficial. La respuesta no se hizo esperar: insultos, reprimendas, que por pinches cuatro pesos ella no le iba a decir cómo hacer su trabajo, que pinche vieja amargada, cosas que ya se sabía de memoria, y mientras sus ojos empezaron a brillar por las malditas lágrimas, el chofer se desesperó, fue hasta donde estaba ella, y la empujó. Todos los pasajeros se indignaron, y empezaron a gritarle al chofer. Albita se reincorporó y le dijo ¡Menso, me tumbaste! entonces el chofer le dijo, que por su culpa ya había perdido tiempo, y los pasajeros lo secundaron. Bajaron a Albita 7 cuadras más allá de su parada, y los pasajeros la vieron con un descarado cinismo que a ella le dolió como si fuera la primera vez que la insultaran.
Al llegar a casa, lloro, como sólo suelen llorar los mediocres y perdedores: amargamente y en silencio. Se trató de apretar el cuello, de hacerse daño, pero no logro nada. Su cuerpo le reclamaba el dolor. ¿Cómo ella, se permitía inlñfingirse dolor? ¿Qué no tenía suficiente con el que le causaba la vida? ¿Acaso no sabía que todos tenemos problemas, y que sus llantos, sólo son una muestra infantil de cobardía?
Y dejó de llorar.
Ahora duerme un rato, esperando que mañana alguien le haga el fabor de matarla.
Albita Martínez, te quiero decir, que yo iba en ese camión, que observé cuando te hiciero daño, que vi que casi llorabas, y que los pasajeros fueron unos imbéciles, pero, lamentablemente, tenía prisa por llegar a casa, mi mujer me espera con una cena demasiado temprana, y mis dos hijos quieren que los lleve al parque. Recuerda que el fin de semana debes cuidar a Ramoncito y a Petrita, porque nos vamos a la playa.
Descansa. +
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